miércoles, 19 de octubre de 2011

Libro 5. Didáctica de las artes y la cultura visual


Hay tres autores fundamentales que defienden el por qué el niño debe dibujar: Jean Piaget, Herbert Read y Victor Lowenfeld.
Jean Piaget realizó una labor muy importante en el estudio experimental de la evolución mental del niño, la mayoría de sus métodos se siguen utilizando hoy en día.
Piaget partía de que los niños no son adultos menos informados, sino que son seres humanos en pleno desarrollo de su inteligencia.
Hay tres métodos fundamentales para la expresión plástica: imitación, juego simbólico y representación cognoscitiva.
El juego nace como proceso de imitación, la imitación es una adaptación inteligente.
La siguiente etapa consiste en convertir el dibujo en una actividad lúdica.

El juego es el complemento a la imitación.


Las manifestaciones plásticas infantiles como proceso de desarrollo emocional

En este punto, vemos como Read y Richardson sostienen que los niños dibujan, modelan o pintan para satisfacer una necesidad de expresión innata.

Read y sus colegas, consideran el arte infantil no como un fin, sino como un medio: los niños mediante el dibujo se expresan por medio del lenguaje no verbal, de manera que, por estos medios, liberan su ansiedad, miedos, problemas, etc.

El objetivo principal de la obra de este autor es verificar la tesis (enunciada primeramente por Platón) de que el arte debe ser la base de la educación.

Read destaca:

-          Que la educación artística abarca la expresión verbal, corporal, musical y plástica.

-          Que las imágenes son iguales de importantes que las palabras a la hora de construir el pensamiento.

-          La importancia de pensar con imágenes.

-          El dibujo infantil es el resultado de satisfacer la necesidad de expresión que los niños tienen de forma innata.

La teoría expresionista de las manifestaciones plásticas infantiles junto con la teoría creativa de Lowenfeld configurará la corriente denominada como de la "Autoexpresión".


            Lowenfeld llegó a la génesis del desarrollo creativo, para que los maestros puedan dotar a sus alumnos de los estímulos correctos, Lowenfeld escribió un libro en el que dijo que, la expresión plástica es desarrollar la creatividad del niño para conseguir que los individuos sean cada vez más creativos. Nos cuenta que el arte está considerado como un proceso y no como un fin en sí mismo. El arte infantil ha de considerarse bajo la idea de que la expresión creadora sólo puede ser comprendida en relación con las etapas de crecimiento, nos cuenta que los dibujos infantiles no son representaciones objetivas y que el crecimiento estético consiste en el desarrollo logrado desde lo caótico hasta la organización armoniosa de la expresión. Expone que el niño mediante la expresión plástica, hace activo su conocimiento, lo expresa plásticamente, documenta sus emociones y se relaciona con el medio. Lowenfeld dice que, el adulto no ha de imponer su código estético al niño, que jamás debe comparar su trabajo con el de los demás niños, y hará que éste se sienta satisfecho con su trabajo. Por último, nos muestra en esta parte del libro, que los trabajos de creación infantiles deben ser evaluados según los méritos individuales de cada niño y de cada etapa de crecimiento. No hay que calificar los trabajos por sus valores estéticos, sino por sus valores expresivos.


La experiencia ocurre continuamente, las cosas son experimentadas, pero no todas de manera que articulen una experiencia. La distracción y la dispersión forman partes de nuestras vidas.
Tenemos una experiencia cuando el material experimentado sigue su curso hasta su cumplimiento, cuando el trabajo se termina de manera satisfactoria. Tal experiencia es un todo, y lleva con ella su propia cualidad individualizadora y de autosuficiencia.
La experiencia es aquella situación que recordamos, pueden ser de gran importancia como una disputa o algo relativamente ligero y por eso se recuerda. En una experiencia el flujo va de algo a algo, cada parte continua con aquello que venía sucediendo.
Una experiencia tiene una unidad que le da su nombre y no es ni emocional, ni práctica, ni intelectual, ya que estos términos denominan distinciones que la reflexión puede hacer dentro de ella.
Decimos de una experiencia de pensamiento que sacamos una conclusión de ella, se llega a la conclusión y es porque hay un movimiento de anticipación y acumulación que, finalmente, llega a completarse. Una conclusión no es una cosa separada e independiente, sino la consumación de un movimiento. Por tanto, una experiencia de pensamiento tiene su propia estética.
La experiencia que lleva a una conclusión intelectual son signos o símbolos que no poseen una intrínseca cualidad propia, pero que sustituyen a cosas que pueden ser experimentadas cualitativamente.
La estructura artística puede ser inmediatamente sentida y, en este sentido, estética. 
La experiencia puede ser dañina para el mundo y su consumación indeseable, pero tiene cualidad estética.
Por otro lado, para el desarrollo de la experiencia, también se hacen necesarios la lucha y el conflicto: en cada experiencia hay un elemento de sufrimiento, y sin él, no incorporaríamos lo que precede.

          El hecho de “incorporar” también es una experiencia vital que implica una reconstrucción que puede ser dolorosa o no, dependiendo de sus condiciones particulares; esto es indiferente a la cualidad estética total (que redondea una experiencia hasta completarla y darle unidad de manera emocional). Las emociones son cualidades significativas de una experiencia compleja que se mueve y cambia, y están unidas a acontecimientos y objetos. Sin embargo, no podemos decir que el temor y la vergüenza son estados emocionales, sino que, son reflejos automáticos (por ejemplo: el temor se hace emocional cuando encontramos un objeto amenazante al que nos tengamos que enfrentar). Mientras, la emoción se hace experiencia de carácter estético aunque no sea una experiencia estética. Se puede decir, finalmente, que existen modelos comunes en experiencias, condiciones que deben ser cumplidas para que la experiencia tenga lugar, y continúa hasta que surja una mutua adaptación del yo y el objeto.


          Mr. Hinton decía que en la vida que existe detrás de la muerte nos ocurren las mismas experiencias ya vividas; existen dos causas por el cual se pueden alterar dichas experiencias: el padecer y el hacer.
Cualquier idea que ignore el papel necesario de la inteligencia en la producción de obras de arte está basada en la identificación del pensamiento, con el uso de una clase especial de material, signos verbales y palabras.

En este libro, el autor nos intenta demostrar que lo estético es el desarrollo intenso y clarificado de los rasgos que pertenecen a toda experiencia completa y normal. La palabra estético se refiere a la experiencia.


La transcripción es irrelevante, excepto en la formación de una experiencia a la conclusión. La construcción y obra designan un proceso y su producto acabado, que puede rehacerse cuando no es satisfactoria, excepto en el caso de la arquitectura, que están obligados a completar su idea antes de traducirla, lo que es una desventaja.

No es tan fácil en el espectador entender la unión entre el hacer y el padecer, como en el caso del productor. Así, receptividad no es pasividad, consiste en actos de respuesta hasta llegar a la satisfacción objetiva. El reconocimiento es una percepción detenida antes de desarrollarse. La percepción reemplaza al reconocimiento, que implica la cooperación de elementos motores, mientras que el reconocimiento adjudica una etiqueta apropiada a un objeto. Para percibir, un contemplador debe crear su propia experiencia. Sin la recreación, el objeto no es percibido como obra de arte, tiene que dar lugar a un acto de abstracción que es la extracción de lo significativo, como integración de las partes, para lo que se emplea tiempo.

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